Desde que el año pasado la Comisión Europea propusiera prohibir la pesca de arrastre de fondo con el objetivo de proteger la sostenibilidad de las especies de aguas profundas en aguas de NEAFC, se ha estado analizando esa propuesta.
Posteriormente el Pleno del Parlamento Europeo adoptó un compromiso en línea con la nueva Política Pesquera Común y tras una votación se apostó por una gestión racional y sostenible de las especies de aguas profundas y por la protección de los ecosistemas marinos vulnerables sin prohibir ningún arte de pesca.
La pesca con artes de arrastre es una de las más extendidas por todo el mundo, hasta el punto que aproximadamente un 40 % de las capturas mundiales se realizan mediante este arte. Consiste en un gran saco de malla con forma de embudo, dividido en dos mitades. El tamaño de la malla va decreciendo desde la boca de la red hasta el copo, que es por donde se cierra el embudo para acumular las capturas.
El arrastre cuenta con muchas especificidades según las variaciones que presenta el litoral y limitaciones como la prohibición de faenar en pareja en el Mediterráneo y en el Golfo de Cádiz o de practicar el arrastre pelágico (que trabaja entre dos aguas) para preservar los recursos de sardinas, anchoas y túnidos. En el Mediterráneo está prohibido pescar en profundidades superiores a 1.000 metros.
Los fondos donde trabajan las flotas de arrastre son áreas seleccionadas que han sido altamente productivas durante décadas y que lo seguirán siendo si se controla adecuadamente el esfuerzo pesquero sobre las mismas. Algunas de las especies objetivo del arrastre son: granadero, sable negro, maruca azul, brótola, gambas y rape.
Desde Cepesca afirman que este arte es sostenible siempre y cuando se cumplan determinados requisitos como: pescar en fondos de limo y fango, localizando los ecosistemas marinos vulnerables para prohibir la pesca en esas zonas, realizar la pesca siguiendo escrupulosamente las recomendaciones de los organismos científicos o congelar la huella de arrastre.
Por tanto, proponen las siguientes alternativas a la prohibición como la evaluación del impacto que este arte tendría sobre áreas aún no explotadas con el fin de saber que no se producirán efectos adversos, obligación de los buques a faenar en otras zonas si se encontrara con hábitats vulnerables como es el caso de corales o esponjas o evitar la competencia desleal a través de la armonización de las medidas de protección y organismos gestores de aguas internacionales.
La flota de arrastre española representa el 12% del censo nacional con 1.038 buques arrastreros de las 8.795 unidades activas. Esta flota emplea a 8.089 tripulantes, el 22% de los 35.629 trabajadores de los buques pesqueros y captura en torno a 300.000 toneladas por valor de más 900 millones de euros en primera venta.
Fotografía: María Santos – CEPESCA