Las bodegas Torres, pertenecientes a la D.O. Penedés, ha comenzado a reintroducir variedades que habían caído en el olvido. La primera de ellas es Selma y se trata de la primera variedad blanca autóctona de esta región vitivinícola que ha conseguido recuperar.
Hace 15 años descubrieron una vieja cepa en la finca Aiguaviva, en la zona del Montmell, y desde entonces han estado investigándola. Se trata de una variedad pre-filoxérica desconocida que toma el nombre de Selma en referencia al pueblo abandonado del mismo nombre situado en el macizo del Montmell, a poca distancia de la población donde fue descubierta.
Sus vinos presentan matices vegetales y un punto especiados, sobre un fondo de fruta de árbol que recuerda las manzanas amarillas. En boca, son largos, con nervio y buena acidez. La familia Torres apuesta ahora por esta variedad blanca por su gran potencial enológico, plantándola de manera experimental, mediante la técnica del reinjerto, en Aiguaviva.
Para Miguel Torres Maczassek, director general de Bodegas Torres: “supone el inicio de la recuperación de las variedades blancas ancestrales catalanas. En estos momentos tenemos dos variedades tintas antiguas, la garró y la querol, que ya utilizamos en nuestro Grans Muralles. Selma es la primera variedad blanca que conseguimos recuperar”. Y añade: “pensamos que en tres años, podremos tener las primeras cosechas que nos permitirán probar este vino a nivel comercial”.
Selma se convierte así en un nuevo testimonio de la recuperación del patrimonio vitivinícola catalán de la mano de Bodegas Torres, que está trabajando actualmente con 35 variedades ancestrales desconocidas, de las cuales 6 tienen un gran interés enológico, sin contar las dos variedades que ya se están utilizando. Además, algunas de ellas están demostrando ser muy resistentes a las altas temperaturas y a la sequía, lo que las hace especialmente interesantes ante el cambio climático.
“El proyecto de variedades ancestrales no estaba pensado para buscar cepas con las que afrontar el cambio climático, pero una de nuestras sorpresas fue comprobar que algunas resisten bien la sequía y las altas temperaturas, además de producir vinos muy bien estructurados”, señala Miguel Torres. “Sorprende pensar que variedades que cultivaban nuestros abuelos podrían jugar un papel importante en el futuro”, concluye.
El impulsor de las investigaciones sobre estas variedades fue Miguel A. Torres, miembro de la cuarta generación y actual presidente de la compañía, quien, tras cursar viticultura en la Universidad de Montpellier, puso en marcha el proyecto con la ayuda del entonces jefe de viticultura, Miquel Porta, en 1983. El primer paso consistió en hacer un llamamiento a los agricultores catalanes a través de la prensa local y comarcal, para que notificaran el hallazgo de viejas cepas que no supieran identificar.
A mediados de los 80 se descubrió la variedad garró y comenzaron los trabajos para sanear, reproducir, estudiar la variedad y comprobar su potencial enológico. Diez años después esta variedad pasó a formar parte del ensamblaje del primer Grans Muralles en 1996. Dos años más tarde, una segunda variedad pasaba a incorporarse a este vino de la Colección de la Familia Torres elaborado con variedades catalanas a partir de la añada 2009.
El proceso de recuperación consta de cinco fases. Una vez localizadas las cepas viejas, un ampelógrafo – la ampelografía es el estudio de la morfología de los brotes y las hojas – y análisis de ADN, permiten determinar si se trata de una variedad desconocida. Con la confirmación del descubrimiento, empieza un lento y minucioso trabajo de laboratorio para sanear la cepa y reproducirla mediante la técnica in vitro, que puede durar varios años. Tras su paso por el vivero, esa variedad será plantada de manera experimental para estudiar su comportamiento y valorar si tiene interés enológico mediante microvinificaciones.
Ahora es el turno de selma, la primera variedad blanca ancestral recuperada, que ha superado las cinco fases del proceso y ha sido reintroducida recientemente en la zona donde fue descubierta, en el Penedès.