Los chiringuitos de playa que han apostado por buenas prácticas ecológicas han acabado la temporada animados por la respuesta de los clientes, una sensación aún más agradable para los tres establecimientos ganadores del premio nacional que reconoce ese esfuerzo.
«Es Dolc», de Ses Salines, en Mallorca; «Bonavida» en Altea (Alicante); e «Il Soño», en Torreguadiaro-San Roque (Cádiz) han obtenido los «Premios Chiringuitos Responsables» de 2014, concedidos por la Fundación Biodiversidad, del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en su primer, segundo y tercer puesto, respectivamente. El jurado de los Premios decidió otorgar, además, dos menciones especiales a los chiringuitos «Cala Agulla», en Mallorca, y «La Guingueta de l’Escribà», en Barcelona.
El objetivo del certamen -convocado por tercer año- es fomentar el cuidado del litoral involucrando en ellos a estos empresarios hosteleros, así como a los visitantes y turistas que acuden a ellos. Entre las prácticas premiadas, figuran inversiones en placas solares o en aerogeneradores, el uso de materiales «sostenibles» y naturales, la recogida selectiva y el reciclado de basuras o la participación en campañas de concienciación y limpieza.
Los responsables de los chiringuitos galardonados han reconocido que acometer estas mejoras requiere un esfuerzo, que no siempre percibe el público, pero que a la larga merece la pena, porque esta apuesta verde atraerá a clientes, por concienciación o curiosidad.
«Es Dolc», «Bonavida» e «Il Soño» son chiringuitos desmontables, que desaparecerán hasta bien avanzada la primavera que viene, y apuestan por la economía local, tanto en su personal como en el abastecimiento de productos; en su mobiliario, además, hay materiales naturales y «sostenibles».
«Para nosotros, ha valido la pena; cuando aparecimos en prensa española el premio influyó un poco, pero al salir en prensa alemana su impacto fue enorme, vinieron alemanes de toda Mallorca», según el propietario de «Es Dolc», Francisco Piza.
«Es Dolc» empezó a funcionar en 2010 y, desde entonces, su responsable trabajó hasta conseguir certificaciones de gestión ambiental; ha sido premiado por sus instalaciones y por su política de «kilómetro cero».
Piza ha explicado que también participan en actividades como simulacros de vertidos e incluso se incentiva a los empleados a acudir en bicicleta.
En la localidad alicantina de Altea, «Bonavida» ha abierto este verano y su gerente, Sergio Olivares, se ha mostrado «sorprendido» por ver lo «concienciado» que está el público: «La gente quiere aportar su grano de arena» a la protección del medio ambiente.
Olivares ha reconocido que es «costoso» unirse a estas iniciativas, por inversiones que a veces no se ven, si bien a largo plazo, «ser responsable sí repercute» en la demanda.
Bonavida dispone de depuradoras de agua mediante oxidación de materias orgánicas y consignas de cargadores de móviles con energías renovables; dentro de su reciclaje, destina parte del aceite a la elaboración de un jabón natural por un artesano local.
En Cádiz, «Il Soño» abrió en 2013 y optó por las prácticas responsables, «por una cuestión de valores», según su propietario, Andrea Zaupa, quien ha apuntado que todo reconocimiento es bueno y propone que se anuncie a mitad de temporada para aumentar su impacto.
Zaupa ha afirmado que, en los próximos veranos, estos chiringuitos «sí pueden atraer clientes», por estética por ejemplo, pero al hablar de concienciación, en el día a día, «vemos que hay de todo» y aún hace falta más interés del ciudadano por la limpieza en la playa.
«Il Soño» cuenta con un punto de información ambiental, ha trabajado en potenciar lo máximo posible el ahorro y la «autosuficiencia» de energía y agua y en su cocina elige productos de temporada. EFE (Mercedes Salas)